INTRODUCCIÓN


1.1.-  INTRODUCCIÓN


La situación actual de los bosques naturales en el mundo es crítica, se encuentran en un estado muy vulnerable, en verdadero peligro de extinción, el 80% de estos ecosistemas ya ha sido destruido o alterado y el 20% restante, del cual solo se encuentra protegido un 12%,
Las amenazas se deben a diversas causas tanto producidas a lo largo de la ocupación humana en el terreno desde la prehistoria hasta nuestros días: sobreexplotación forestal y petrolífera, minería, construcción de embalses y carreteras, expansión de la agricultura y la ganadería, incendios y quemas, sobrepastoreo, urbanismo desmesurado, etc., esta deforestación a nivel mundial es una de las causas directas de la actual crisis ambiental y del cambio climático, debido principalmente al papel que cumplen los bosques en el ciclo del agua y del carbono, ya que favorecen los recursos hídricos, recargando y aumentando las reservas de aguas freáticas, siendo estos sumidero de gases invernadero (CO2, CO, etc.) y fuente inagotable de puro oxigeno.    

 La desertificación se extiende ya en más de un cuarto de la superficie terrestre, afectando a un 70% de la población mundial, acarreando con ella la inevitable erosión y pérdida de suelos, sequías de acuíferos, aumento de la temperatura y aridez… España y especialmente Andalucía se encuentran muy afectados, alcanzando un 60% el territorio deforestado y un 25% el arbolado, únicamente un 18% con algún grado de protección.  Tenemos la obligación de conservar a toda costa y potenciar el desarrollo de los pequeños núcleos que quedan de bosques naturales a través de correctas restauraciones vegetales.




En los últimos 40 años se han estado llevando a cabo intentos de crear bosques por medio de repoblaciones forestales cuyos intereses no eran precisamente la creación de bosques naturales, sino más bien cultivos forestales, que por baja rentabilidad en Andalucía, la mayoría fueron abandonados, quedando masas muy densas, monoespecíficas y cohetáneas de pinos, en muchos casos ni siquiera autóctonos, que desplazan e impiden la regeneración de la vegetación natural propia de la zona, en ellos se van acumulando residuos, suponiendo un medio propicio para el desarrollo de incendios forestales debido a la alta capacidad inflamable de la resina de los pinos así como al alto número de piñas y  proximidad entre los mismos.

Los bosques autoctonos en la comarca de Antequera son  pocos y concentrados en  pequeños núcleos aislados de bosques más o menos naturales, el de La Alhajuela, el de La Muerte y el de la falda norte del Torcal junto al cortijo de Machuca(actualmente bajo una gran presión urbanística completamente ilegal), relegados en lugares que por su accidentada orografía o por su pedregosidad no han podido ser roturados para el cultivo pero sí continuan extinguiéndose poco a poco por la parcelización de la zona y construcción ilegal, el resto son pinares de repoblación muy degradados (como podemos comprobar en la fotografía superior) y terrenos calificados como baldíos y esquilmados por el sobrepastoreo, la actividad agrícola y los incendios aunque con gran potencialidad para albergar bosques mediterráneos maduros ricos en recursos naturales.


Las comunidades vegetales se agrupan y clasifican en series de vegetación, según Rivas-Martínez (1987) una serie de vegetación consiste en una unidad geobotánica, sucesionista y paisajística que trata de expresar todo el conjunto de comunidades vegetales que pueden hallarse en espacios teselares afines como resultado del proceso de la sucesión, lo que incluye tanto los tipos de vegetación representativos de la etapa madura del ecosistema vegetal como de las etapas iniciales o subseriales que los reemplazan.
La serie de vegetación predominante en la comarca de Antequera, así como en las sierras béticas es la PcQr. Serie mesomediterránea, bética, seco-subhúmeda basófila de la encina (Quercus rotundifolia): Paeonia coriaceae-Querceto rotundifoliae S. Faciación típica.
Esta serie, en su etapa clímax, esta representada por un encinar basófilo bético típicamente mediterráneo, de mediana talla, hoja perenne y esclerófila. Se desarrolla en climas de inviernos suaves y veranos secos y calurosos que ponen a prueba las diferentes adaptaciones vegetales a la xericidad estival.

La cabeza de serie es un encinar (Paeonio-Quercetum rotundifoliae), bien estratificado, dominado en su estrato arbóreo por la encina (Quercus rotundifolia). El estrato arbustivo, muy diversificado, es rico en enebros (Juniperus oxicedrus), majuelos (Crataegus monogyna), torvisco (Daphne gnidium), rusco (Ruscus aculeatus), etc. Las lianas están muy bien representadas por madreselva (Lonicera etrusca), hiedra (Hedera helix), rubia (Rubia peregrina), esparraguera (Asparagus acutifolius), etc. En el estrato herbáceo, a veces es posible encontrar Paeonia broteroi. Como orla y primera etapa de degradación de estos encinares encontramos coscojares (Crataego-Quercetum cocciferae), formación dominada por la coscoja (Quercus coccifera), ocupando situaciones más desfavorables como crestas y afloramientos rocosos muy soleados. La siguiente etapa de degradación, también en zonas soleadas son los retamales (Genisto-Retametum sphaerocarpae) que ocupan suelos de poca pendiente, profundos, bajo ombrotipo estrictamente seco, están formadas principalmente por retamas (Retama sphaerocarpa) e hiniestas (Genista cinerea subsp. speciosa). En zonas con suelos relativamente profundos pero con una acusada xericidad encontramos espartales (Thymo graciles-Stipetum tenacissimae) que proliferan especialmente sobre sustratos de naturaleza margosa. En los medios más degradados y de suelos más pobres y esqueléticos (leptosoles) aparecen romerales y tomillares (Lavandulo- Echinospartion boissieri) que presentan una gran variabilidad en la extensión de la serie y son los que dan sin lugar a dudas la mayor originalidad a la serie.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

contador